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domingo, diciembre 22, 2024
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A cinco meses de su compra, aún no está en funcionamiento el equipo que analiza muestras masivas en 24 horas para identificar cepas como la Delta

A cinco meses de su adquisición, el equipo adquirido por el Ministerio de Salud de la Nación que permite analizar muestras masivas con gran rapidez para diagnosticar el COVID-19 e identificar variantes como la temida Delta, aún no está en funcionamiento.

Fue comprado los primeros días de principios de febrero para el Instituto Malbrán y promocionado por el Gobierno con bombos y platillos como “único en la región” por su avance tecnológico. Sin embargo aún no pudo comenzar a realizar estudios genómicos a gran escala debido a la falta de los brazos robóticos que lo complementan, y que son los que necesita para “recoger” muestras en gran volumen para ingresarlas a la máquina.

Su puesta en marcha permitiría, por ejemplo, analizar en menos de dos días las muestras de los pasajeros que regresan al país y dan positivo en el test rápido de antígenos que se realiza en Ezeiza, e indentificar cepas de alta transmisibilidad como la Delta. Su detección temprana en los viajeros que llegan del exterior, es clave para evitar que tenga circulación comunitaria en el país.

Este equipamiento de última generación denominado Co­vid­Seq permite confirmar la presencia del virus y realizar estudios genómicos sobre 3.000 muestras a la vez, e identificar la variante a la que pertenece, en alrededor de 24 horas. Podría usarse para evitar que unos 40.000 argentinos queden varados en el exterior por la limitación de ingreso a sólo 600 pasajeros por día, en lugar de los aproximadamente 2.000 que llegaban normalmente a Ezeiza.

“Necesitábamos un equipamiento que permitiese generar un gran número de secuencias en un tiempo corto porque si tardás mucho en obtener el reporte, la información pierde valor. Este nuevo equipo va a permitir trabajar en tiempo real. Ocurre la infección en el individuo y nosotros podemos inmediatamente saber la secuenciación”, le dijo a Télam el 5 de febrero, Claudia Perandones, entonces directora científico técnica del Malbrán, luego desplazada de ese cargo en medio de la segunda ola para ocuparse de una área de docencia y capacitación.

Ante la consulta de Infobae, desde el Instituto confirmaron que el equipo CovidSeq “hoy no está funcionando para hacer vigilancia epidemiológica”, debido a que si bien puede secuenciar, están faltando los brazos robóticos que necesita la máquina para procesar un gran número de muestras en poco tiempo que va desde la muestra hasta la preparación de la bibliotecaEsto permite escalar la vigilancia genómica. Sin los brazos robóticos y de manera manual, el equipo puede funcionar, pero el número de muestras a procesar es mucho menor”.

Sin embargo, aseguraron que, a lo largo de estos cinco meses desde que fue adquirida, “se trabajó en su puesta a punto, ya que es un equipo complejo” y que “se está llevando adelante la capacitación en las técnicas de muestreo”.

Por lo bajo admitieron que, en febrero, no se sabía que los brazos robóticos iban a tardar más de lo debido, y que el anuncio de la llegada del equipo al Malbrán fue “apresurada”.

Para la compra de los brazos robóticos se llamó a una licitación pública, a la que se presentó un solo proveedor, Vemerpiker SRL, quien no logró reunir los requisitos y la licitación fue declarada “fracasada”Se llamó a una nueva, cuya fecha de apertura es el 8 de julio próximo.

“El proveedor del equipo – por la norteamericana Illumina – es el único que en ese momento estaba aprobado por FDA. Brazos robóticos hay muchos, por eso las especificaciones se demoraron porque debían ser generales para que se puedan presentar otros oferentes, y que no sea una compra exclusiva”, explicaron desde el Malbrán.

Desde la planificación de la compra se supo que el equipo NovaSeq 6000 usa como complemento equipos tales como brazos robóticos. Ahora bien, teniendo en cuenta lo avanzado del ejercicio presupuestario – diciembre 2020 – y los créditos disponibles en las partidas correspondientes, permitieron dar impulso a la compra en partes. En primer lugar, se planificó la compra de la plataforma, la cual resultó exitosa, y los brazos robóticos e insumos fueron previstos para el presupuesto aprobado para el ejercicio 2021”, explicaron esas mismas fuentes del Instituto consultadas por Infobae.

“En febrero ya se sabía que era necesario comprarlos. Lo que no se pensó es que iba a demorar tanto el proceso de licitación”, reconocieron. Sin embargo, insistieron en destacar que es “una apuesta a futuro” y que “en la ciencia, los tiempos no son ya”, argumentaron.

Un equipamiento de última generación

El CovidSeq fue adquirido para el Instituto Malbrán los primeros días de febrero a un costo de USD 992.600, a la em­pre­sa es­ta­dou­ni­den­se Illu­mi­na, el único fabricante en el mundo. Argentina es el primer país de la región en haberlo comprado.

Pesa al­re­de­dor de 600 ki­los y tie­ne un ta­ma­ño si­mi­lar al de un ca­je­ro au­to­má­ti­co. Incluye una plataforma robótica con alta capacidad de generación de secuencias y una infraestructura informática para estudios de epidemiología genómica, metagenómica e inteligencia artificial a gran escala. La sen­si­bi­li­dad del diag­nós­ti­co de la má­qui­na es del 99,7%, por lo que re­du­ce al mí­ni­mo la po­si­bi­li­dad de fal­sos ne­ga­ti­vos.

“La secuenciación genómica es la única que te permite saber si la vacuna que vas a aplicar va a tener o no efectividad con la cepa que está circulando”, explicó Perandones en febrero, ya que varias de las fórmulas vacunales se sustentan en estrategias de vectores de adenovirus.

En el Malbrán, hay otros dos equipos de secuenciación, pero solo permiten hacer alrededor de 400 genomas por semana. Permiten secuenciar un máximo de 96 muestras al mismo tiempo, y el resultado demora de 4 a 5 días.

Además de las muestras provenientes de pasajeros que llegaron a Ezeiza, en este Instituto ubicado en el barrio porteño de Parque Patricios también se analizan mues­tras de diag­nós­ti­cos po­si­ti­vos de distintas ju­ris­dic­cio­nes del país, para com­pa­rar los ge­no­mas de los via­je­ros que lle­gan del ex­te­rior con los que ya es­tán cir­cu­lan­do en el país.